A
eso de las 4 de la mañana, “El Chino”, uno de mediana estatura, de cachucha y
bastante emprendedor; se dirige
a conseguir el material de trabajo para, luego, asegurarla muy bien en su “caballito de metal”. Recorre muy hábil y a
toda velocidad las calles de Bucaramanga. De vez en cuando grita: ¡La
Vanguardia! Mira con atención a sus clientes del Paseo de Comercio y les ofrece la noticia de “primera página”, les hace un breve comentario de una noticia
amarilla, de manera jocosa con la simple intención de llamar la atención de su
clientela (vendedores de la zona, empleados de los almacenes, en fin... la lista
es bastante amplia); estrategia que nunca falla, consigue que le hagan la
comprita.
Pasa
la señora del tinto y le ofrece uno para el frío, él acepta pues la labor
apenas comienza. A eso de las 5 de la mañana, ya ha pasado por la Zona Centro
de la ciudad, está atento para dirigirse a la parte de Cabecera, es esperado
por las señoras para llevarle, a la puerta de la casa, las noticias del día y,
por supuesto, las esperadas revistas de moda y farándula que no pueden faltar.
Sigue
en esa pelea cazada con la competencia, con los mismos como él que quieren
terminar con la meta del día, pero para “El Chino” el oficio
de vendedor de periódicos es pan comido, puede que sea joven pero eso no le
quita lo astuto y audaz. No le importa ser atrevido y es capaz de visitar los
sectores que no le corresponde, sólo con la firme idea de vender el periódico.
Ya,
un poco más relajado y riéndose de la vida y mientras sus “compañeros” siguen buscando el
centavito vendiendo la noticia, él se dirige a desayunar a eso de las 7:00 de
la mañana y luego va a la casa para descansar. ¿Cómo no estar fresco con lo
del diario en el bolsillo? Sin duda, para
"El Chino" fue un gran día.
Interesante crónica, creo que se puede hacer descripción un poco más detallada y te quedaría más completa ;-)
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